Aquél viejo personaje,
Acostumbrado a su estilo
de vida,
Resignado ante la soledad
que le invadía,
Creía que había
encontrado el secreto de la vida en viajes,
Personas, libros
escritos y leídos…
Pero aquella noche, en
la taberna,
Esa mujer cuya sonrisa
cálida y espíritu aventurero,
Le enseñó que lo
maravilloso de la vida
No se encontraba en
cosas complejas,
Si no en los hechos
más sencillos…
Como dejarse llevar
por la melodía de la música
Sin hallar prisa, sin
hallar lógica,
Tan sólo el danzar,
Por primera vez en su
vida no se preocupó por analizar la situación,
Si estaba obrando bien
o bajo qué principio debía hacerlo…
Por primera vez
comprendió la necesidad de vivir
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