A ella le gustaba visitarlo todos los días,
llevarle un dulce, un detalle,
él acostumbrado a verla a diario
le recibía el detalle y con un gesto se despedía,
siempre tenía algún plan, pero en ninguno la incluía.
Ella era feliz solo con que él le recibiera su presente,
no le importaba que fuera un hola y un adiós,
eso la llenaba de gracia, la motivaba,
a pesar de verlo con otras mujeres superficiales,
amigos en cantidad, no le molestaba,
tan sólo le bastaba ese saludo,
aunque en el fondo de su corazón
sabía que lo hacía más por costumbre
que porque le naciera.
Ella era feliz, aun en su mentira.
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