viernes, 9 de diciembre de 2011

La diosa de la sonrisa triste



Una vez en una oscura ciudad donde las luces se fueron un día y decidieron no regresar, vivía una niña que nunca había conseguido sonreír, porque la misma oscuridad de las calles habitaba en su corazón, a los demás niños les gustaban jugar con juguetes y otros juegos de infancia. Todos le preguntaban por qué no sonreía, era tan pequeña, tan hermosa, tan inocente,  en serio se preocupaban por ella, pero  casi nunca pronunciaba alguna palabra, solo bajaba su cabeza y las lágrimas corrían por sus mejillas; se alejaba y se sentaba sobre la arena y miraba hacia el cielo, más exactamente, a la luna, era la única compañía, no le pedía que sonriera porque sabía que en el fondo de su corazón ella lo  hacía. Por esa razón fue llamada la diosa de la sonrisa triste. Su belleza y su inocencia la convertían en una diosa, en una que sólo sonreía para sí misma, sin importar que los demás pensaran que no lo hacía. Esa es la sonrisa que proviene del corazón.

Lo más triste es que los humanos tienen la necesidad de ver una sonrisa para pensar que la gente es feliz, incluso cuando saben que es fingida.

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