Merodeo por
las cálidas arenas del desierto,
Vago en la
instancia de un recuerdo,
Miro hacia
el cielo,
Y veo como
un destello de luz ilumina un nuevo sendero.
En poco
tiempo anochece,
Me siento
sobre una duna y cierro mis ojos,
Intento
hablar con mi yo interna, pero sólo consigo
Hablar con
el ángel de la muerte.
Ha decido
visitarme, no para llevarme con él,
Sino para
platicar, se sienta al lado mío,
Y charlamos
sobre lo que es la muerte,
El tiempo
avanza y él se marcha.
Una vez más
confirmo que necesito el dolor,
Que
necesito sentir odio,
Pero ser
tan débil me impide concebirlo.
Aún
mantengo mi posición,
Empieza a
llover pero no tengo con qué cubrirme,
Así que
cierro mis ojos, y siento como la lluvia se vierte sobre mí.
El viento
me susurra, me intenta decir algo,
Son
insultos, me recuerdan quien soy,
Tomo arena
en mis manos, se encuentra húmeda,
Y la paso
por mi rostro, sentirla me alivia un poco el dolor.
Siento como
un muro de lamentos se derrumba sobre mí,
Me siento
tan débil que fácilmente podría quedar atrapada allí.
Escucho en
mi cabeza mil voces,
Me gritan
una y otra vez, he perdido la noción de mi vida,
He perdido
la noción del tiempo.
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